Por qué la memoria popular sigue presente en mis dibujos surrealistas
Mis dibujos surrealistas a menudo surgen de la memoria popular, más que de una narración consciente. No abordo el folclore como una tradición fija ni como un conjunto de símbolos para citar. Lo experimento como una corriente emocional subyacente, algo que se absorbe mucho antes de convertirse en lenguaje. Las raíces populares afloran en mi obra porque ya viven en el cuerpo, en los gestos, las repeticiones y los instintos. La forma surrealista se convierte en una forma de dejar que esos patrones heredados surjan sin convertirlos en ilustración.

Las raíces populares como estructura emocional, no como decoración
Cuando aparecen elementos folclóricos en mis dibujos, no son ornamentales. Funcionan como estructura. Los motivos tradicionales, el crecimiento reflejado, la simetría ritual, los cuerpos vegetales y las figuras híbridas provienen de sistemas visuales diseñados para albergar significado, protección y continuidad. Me interesa cómo estos sistemas se traducen en la experiencia emocional contemporánea. La lógica popular proporciona un contenedor. La distorsión surrealista permite que ese contenedor se adapte al sentimiento actual.
Por qué la forma surrealista encaja con el material ancestral
El dibujo surrealista suele asociarse con los sueños o el subconsciente, pero también se integra de forma natural con la imaginación popular. La cultura visual premoderna rara vez separaba lo real de lo simbólico. Espíritus, plantas, cuerpos y paisajes se fundían. La forma surrealista me permite trabajar en ese mismo espacio fluido, donde la transformación se siente normal en lugar de dramática. El dibujo no pregunta qué es algo. Pregunta cómo se comporta emocionalmente.

Emoción contemporánea dentro de formas antiguas
Aunque el lenguaje visual de mis dibujos pueda parecer antiguo, las emociones que transmiten son claramente contemporáneas. La ansiedad, la fragmentación, la sensibilidad, el anhelo de pertenencia y el deseo de coherencia interior se manifiestan a través de estas formas. La imaginería de raíces populares proporciona a estas emociones un espacio donde asentarse. La transformación surrealista les permite permanecer sin resolver. El dibujo se convierte en un punto de encuentro entre la estructura heredada y la tensión presente.
El cuerpo como lugar de convergencia entre lo popular y lo surrealista
En muchos de mis dibujos, el cuerpo se convierte en el espacio principal donde se fusionan elementos folclóricos y surrealistas. Los rostros se dividen o se repiten. Las extremidades se transforman en ramas. Los órganos se asemejan a semillas o flores. Esto no pretende escandalizar. Refleja cómo se materializa la experiencia emocional. Las tradiciones populares entendían el cuerpo como un territorio simbólico. El dibujo surrealista me permite continuar con esa comprensión sin convertirla en una doctrina.

Símbolo sin explicación
Evito explicar los símbolos en mi obra porque la imaginería popular nunca funcionó mediante instrucción. Funcionaba mediante reconocimiento. Un signo repetido significaba algo porque ya se había sentido. En mis dibujos, permito que los símbolos permanezcan ambiguos. Su significado se despliega a través de la respuesta emocional, más que de la decodificación. Esta ambigüedad mantiene la obra viva y relacional, en lugar de cerrada.
Por qué los elementos folclóricos aún se sienten relevantes
Las imágenes de raíz popular persisten porque hablan de continuidad. En momentos de inestabilidad, la gente recurre a lenguajes visuales que prometen coherencia sin control. Mis dibujos no recrean el arte popular. Llevan su lógica emocional a un contexto contemporáneo donde la certeza es escasa. La distorsión surrealista refleja esa incertidumbre, mientras que la estructura popular proporciona fundamento.

El color como puente emocional entre épocas
El color desempeña un papel crucial en la conexión entre las imágenes ancestrales y el sentimiento contemporáneo. Las paletas folclóricas tradicionales solían ser simbólicas, más que realistas. Utilizo el color de forma similar, no para describir el mundo, sino para describir estados internos. La saturación, el contraste y el brillo permiten que las emociones fluyan libremente a través del tiempo. El color se convierte en el puente entre las formas antiguas y la experiencia actual.
El dibujo surrealista como traducción emocional
Considero el dibujo surrealista como una traducción más que como una invención. Traduce sensaciones que aún no tienen lenguaje. Las raíces populares le dan una gramática a esa traducción. La emoción contemporánea proporciona el contenido. El dibujo existe en un punto intermedio entre la memoria y la inmediatez, entre lo que se transmitió y lo que se siente ahora.

Por qué estos dibujos me resultan familiares y extraños
La gente suele describir mi obra como familiar y extraña a la vez. Esta tensión surge de la confluencia del reconocimiento popular y la disrupción surrealista. Algo en la imagen se siente conocido, mientras que algo más se resiste a ser nombrado. Este equilibrio refleja la propia experiencia emocional, especialmente en un mundo donde la identidad y la pertenencia cambian constantemente.
Continuidad sin nostalgia
No me interesa la nostalgia. Me interesa la continuidad. Los dibujos surrealistas de raíz popular me permiten trabajar con la inteligencia visual heredada sin idealizar el pasado. Los dibujos reconocen el linaje sin dejar de ser sensibles al presente. No buscan consuelo en el pasado. Buscan orientación interior.

Cuando el dibujo se convierte en un lenguaje compartido
En definitiva, los dibujos surrealistas con raíces folclóricas funcionan como un lenguaje emocional compartido. No pertenecen a una sola cultura, historia o época. Operan por resonancia. Al permitir que las estructuras ancestrales y la emoción contemporánea coexistan, el dibujo se convierte en un espacio donde el sentimiento personal se encuentra con la memoria colectiva, silenciosamente y sin explicación.