Introducción: Más que un rostro
Cuando creo un retrato, rara vez lo considero simplemente capturar un rostro. Lo considero como evocar una presencia, canalizar algo ancestral, arquetípico o incluso sagrado. En las tradiciones paganas y populares, los rostros no siempre representaban la semejanza. Eran símbolos. Podían ser espíritus, protectores, presagios o guías. Y esa idea del rostro como umbral entre lo visible y lo invisible influye profundamente en mi propio arte.
El rostro arquetípico
En muchas culturas antiguas, especialmente aquellas con creencias animistas o basadas en la naturaleza, los rostros se usaban para representar arquetipos. No se trataba solo de personas: eran la Doncella, la Anciana, el Embaucador, el Guerrero, el Amante, la Bruja. Estas figuras aparecían en relatos orales, talladas en madera, pintadas en textiles y transmitidas de generación en generación.

En mis propias piezas como "HER" o "SINNER" , exploro esta tensión entre individualidad y universalidad: cómo un rostro puede sentirse profundamente personal y, sin embargo, representar algo colectivo.
Máscaras: protección, poder y ritual
Las máscaras son quizás el ejemplo más claro de cómo se trataban los rostros simbólicamente. En los festivales paganos de toda Europa, como Samhain en tierras celtas o la Noche de Kupala en las regiones eslavas, las máscaras se usaban no para ocultar, sino para transformar. Para convertirse en algo diferente. Para comulgar con lo divino o lo peligroso.
La máscara permitía a quien la portaba asumir otro rol, a veces temido, a veces sagrado. En mi obra, me fascina la metáfora de la «máscara interior» que usamos a diario —ya sea de dulzura, seducción, rabia o silencio— y cómo el arte nos permite desvelarla o reforzarla, según el mensaje.
El lenguaje de la expresión facial
Inclinación de la barbilla. Mirada desviada. Labios cerrados o ligeramente entreabiertos.
Estos pequeños detalles tienen un peso enorme, sobre todo cuando se intenta representar emociones sin una narrativa evidente. En el retrato pagano, los rostros no siempre sonreían. Eran solemnes. Vigilantes. A veces ilegibles, como oráculos.
En obras como “Sensibilidad” Me centro intencionalmente en señales faciales mínimas y surrealistas. Quiero que el espectador se detenga y se pregunte: ¿Esta persona oculta algo? ¿Está a punto de hablar o simplemente la han silenciado?
Pintura facial y adornos simbólicos
Pintarse el rostro no era decoración, sino comunicación. Cada región tenía costumbres diferentes, pero las marcas faciales solían usarse para simbolizar la mayoría de edad, el luto, la fertilidad, la guerra o la adivinación.
Veo esta tradición reflejada en la pasión moderna por el delineador, los tatuajes y la brillantina: cómo marcamos nuestra piel como una forma de contar historias o de reclamar poder. En mis propios retratos con técnica mixta, a veces añado elementos simbólicos como flores, espirales o patrones geométricos alrededor del rostro como guiños a estos rituales ancestrales.

Si te atraen las marcas simbólicas, es posible que también te guste "Just a Phase". o "Mirage" , ambas exploran el límite espiritual y surrealista entre la identidad y la expresión.
La mirada espiritual
Hay algo magnético en el contacto visual en el arte. Los íconos populares, por ejemplo, solían presentar ojos abiertos y directos que parecían atravesarte. No eran pasivos, sino presentes. A veces, incluso inquietantemente presentes.
Me intriga constantemente cómo la dirección de la mirada, ya sea confrontativa o soñadora, puede cambiar la energía de un retrato. Algunas de mis obras más vistas utilizan esta técnica intencionalmente para mantener al espectador en un momento de tensión o introspección.
Renacimiento contemporáneo del retrato popular
Hoy en día, cada vez más artistas (yo incluido) regresamos a estas antiguas formas de ver. No solo pintamos retratos, sino que invocamos símbolos. Fusionamos suavidad con fuerza, identidad con mitología, quietud con presencia.
Si quieres explorar más en este espacio, explora mi colección de arte mural que invita a la reflexión o retratos sáficos. Donde estas ideas viven y florecen.
Reflexiones finales: El rostro como portal
Para mí, cada retrato es una especie de hechizo. Invita al espectador a detenerse y sentir, no solo a mirar. Y en las tradiciones paganas y populares, el rostro siempre era más que carne. Era un portal, una historia, una frontera y, a veces, un campo de batalla.
Eso es lo que intento transmitir en cada pieza que creo: no un rostro, sino un sentimiento.