La ambivalencia de la serpiente
Ninguna criatura encarna la contradicción con tanta fuerza como la serpiente. En distintas culturas, oscila entre roles: guardián y tentador, sanador y destructor, símbolo de la eternidad y de la muerte. Su ambivalencia es precisamente lo que la hace perdurable en el mito y el arte. Encontrarse con la serpiente es enfrentarse al umbral del cambio, ya sea a través de la sabiduría o del peligro.
La serpiente del Edén
En la tradición judeocristiana, la imagen de la serpiente está indeleblemente ligada al Edén. Como tentadora que atrae a Eva hacia el conocimiento prohibido, se convierte en símbolo de peligro, engaño y caída. Esta historia presenta a la serpiente como la personificación de la transgresión, una criatura que une la inocencia y la dolorosa adquisición de la sabiduría.

Sin embargo, incluso aquí, la serpiente no es solo una villana. También es un catalizador: su susurro marca el inicio de la autoconciencia humana, por trágico que sea su costo.
El Ouroboros y el Eterno Retorno
En otras tradiciones, la serpiente no es un engañador, sino un principio cósmico. El uróboros —la serpiente que se devora la cola— surge en la imaginería egipcia, griega y alquímica como símbolo de eternidad, ciclicidad y autorrenovación. Contemplar el uróboros es recordar que los finales se convierten en comienzos, que la destrucción y la creación son inseparables.
En el arte, el uróboros se ha utilizado como borde, adorno o emblema místico: su forma circular encierra y libera al mismo tiempo.
Las serpientes como sanadoras y guardianas
En la mitología grecorromana, las serpientes también se vinculaban con la curación. El bastón de Asclepio, entrelazado con una serpiente, sigue siendo un símbolo de la medicina en la actualidad. Las serpientes, con su muda cíclica de piel, llegaron a representar la renovación, la resiliencia y la transformación.

En otros lugares, las serpientes eran veneradas como protectoras de templos, umbrales o conocimiento sagrado. En la mitología hindú, los espíritus naga encarnan la fertilidad y el equilibrio cósmico, enroscándose entre los reinos de lo divino y lo terrenal.
La serpiente en el arte simbólico y contemporáneo
El arte mural simbólico contemporáneo a menudo revive los múltiples significados de la serpiente. Una serpiente entrelazada con flores puede sugerir la paradoja del peligro y la belleza. Una serpiente formando un uróboros en una composición surrealista se convierte en una meditación sobre los ciclos de la vida. En otros contextos, las serpientes representadas con líneas gráficas audaces transmiten un toque gótico, encarnando el poder y la amenaza.
En una pared, estas imágenes inquietan y anclan a la vez, recordando a los espectadores que la transformación nunca está exenta de riesgos y la sabiduría nunca está exenta de ambigüedad.
Hacia una poética de la serpiente
La serpiente persiste porque encarna lo más humano: la tensión entre la vida y la muerte, la sabiduría y el peligro, la fragilidad y la resiliencia. Desde el susurro del Edén hasta el bucle infinito del uróboros, se desliza por mitos y lienzos como un recordatorio de la transformación misma.

Vivir con la serpiente en el arte es vivir con un espejo del cambio: su peligro, su belleza, su promesa de renovación.