Un símbolo más antiguo que las naciones
A lo largo y ancho del vasto mundo indoeuropeo —desde los bosques bálticos hasta las islas griegas, desde las colinas celtas hasta las llanuras védicas— la serpiente se erige como una de las figuras míticas más antiguas y complejas. Pervive en relatos, rituales populares, amuletos protectores y mitos cosmológicos que son muy anteriores a la escritura. La serpiente nunca es única: puede ser guardiana o destructora, sanadora o embaucadora, energía femenina o fuerza masculina, criatura terrenal o pilar cósmico. Esta dualidad es precisamente lo que la mantiene viva en diversas culturas.

En mi trabajo, retomo este símbolo de múltiples capas no a través de la ilustración literal, sino mediante la reinterpretación emocional; tomo prestada la fluidez, la multiplicidad y el peso mítico de la serpiente para explorar sentimientos contemporáneos de transformación, peligro y renovación.
La serpiente como guardiana de los límites
En muchas tradiciones indoeuropeas, la serpiente custodia los umbrales: puertas, manantiales, bosques sagrados, hogares familiares. El folclore lituano habla del žaltys, un espíritu serpentino doméstico considerado una bendición. En la mitología griega, las serpientes se enroscan alrededor de templos y santuarios de sanación. En las tradiciones celtas, las espirales serpentinas marcan las fronteras entre lo material y lo invisible.
Esta idea de «guardián de límites» se manifiesta en mi arte a través de formas que rodean, encierran o se curvan protectoramente alrededor de rostros y elementos botánicos. En lugar de espirales literales, utilizo tallos sinuosos, siluetas curvas y contornos rítmicos que se comportan como bordes serpentinos, creando espacios íntimos y emocionales dentro de la obra.
La serpiente como sanadora y dadora de vida
Mucho antes de convertirse en un emblema médico, la serpiente estaba vinculada a la curación y la regeneración. Muchas culturas indoeuropeas creían que las serpientes poseían conocimientos sobre hierbas, la tierra y el renacimiento. Su capacidad de mudar la piel las convertía en metáforas de renovación, ciclos y la fuerza interior femenina.
Reinterpreto este aspecto regenerativo mediante la repetición, la superposición y las transiciones de color. Degradados suaves, rostros duplicados y expansiones botánicas evocan la idea de muda, renacimiento y transformación cíclica. La sanación de la serpiente se transforma en mi lenguaje visual de silenciosa metamorfosis.
La serpiente como fuerza cósmica
Las mitologías indoeuropeas suelen situar a las serpientes en el centro de la creación o la destrucción. Los relatos védicos describen la batalla entre Indra y la serpiente cósmica Vṛtra. La mitología nórdica presenta a Jörmungandr, la serpiente del mundo que recorre los océanos. Los relatos griegos hablan de serpientes vinculadas a la profecía y al conocimiento divino. No se trata de criaturas, sino de principios cósmicos: fuerzas de tensión, expansión y disolución.

Este aspecto cósmico se introduce en mi arte no como bestias míticas, sino como arquitectura emocional. Rostros alargados, sombras extendidas y motivos botánicos sinuosos se comportan como formas que abarcan el mundo. Sugieren universos internos, tormentas emocionales o silenciosas batallas interiores. El mito se convierte en atmósfera en lugar de narrativa.
La serpiente como poder femenino
El folclore indoeuropeo asocia frecuentemente a la serpiente con la energía femenina, a la que se teme y venera. La serpiente se convierte en símbolo de intuición, conocimiento oculto, seducción, transformación y la naturaleza cíclica de la vida. Es una criatura de umbrales y misterios, vinculada al útero, la tierra y el inframundo.
Mis retratos reflejan esta encarnación femenina no a través del erotismo, sino a través de la sutileza emocional: ojos entrecerrados, cuellos alargados, suaves degradados y motivos florales simbólicos que funcionan como “pieles de serpiente”. Las mujeres en mis obras de arte poseen la misma dualidad compleja: suavidad y peligro, vulnerabilidad y poder, quietud y pulso.
Reinterpretando motivos antiguos a través de la emoción contemporánea
En lugar de recrear el folclore directamente, integro las cualidades simbólicas de la serpiente en la estructura emocional de mis imágenes. Curvas, espirales, proporciones alargadas y motivos rítmicos actúan como formas serpentinas modernas. Los colores cambian como pieles que se desprenden. Las sombras se enroscan suavemente alrededor de la figura. Los elementos botánicos se comportan como guardianes serpentinos.

Mi obra aborda el mito no como una herencia lejana, sino como una atmósfera viva: una sensación más que una historia. La serpiente se convierte en una metáfora emocional de lo que muchos experimentamos hoy: la reinvención personal, el conflicto interno, el establecimiento de límites y la tensión entre la vulnerabilidad y la transformación.
Un mito que aún respira
La serpiente perdura en el folclore indoeuropeo porque encierra verdades más antiguas que el lenguaje: que la vida es cíclica, que la sanación es un proceso gradual, que la transformación puede ser a la vez aterradora y sagrada. Al reinterpretar este símbolo en el retrato contemporáneo y la botánica surrealista, busco mostrar cómo motivos ancestrales aún respiran en nuestro interior, moldeando nuestra comprensión del peligro, la resiliencia y la renovación.
Los mitos sobreviven no porque los repitamos, sino porque seguimos sintiéndolos.