¿Por qué la tensión emocional necesita tensión visual?
Mi obra suele desenvolverse en un mundo de contrastes deliberados: verdes neón junto a negros profundos, rojos vibrantes que irrumpen en tonos pastel apagados, azules eléctricos que vibran sobre tonos piel. Estas combinaciones no son casuales. El hipercontraste es una forma de expresar la verdad emocional: los puntos donde la suavidad se encuentra con la intensidad, donde la ternura choca con la oscuridad, donde el sentimiento se niega a callar. Al permitir que los colores choquen, creo una carga emocional, el equivalente visual a un corazón acelerado.

El neón como voltaje emocional
Los tonos neón actúan como una electricidad emocional en mis grabados. No son realistas, pero transmiten vitalidad. El verde neón añade inquietud, el rosa neón, deseo, el azul neón introduce una calma surrealista que nunca llega a ser del todo pacífica. Estos colores comunican sensaciones más que realismo. Crean una reacción emocional inmediata en el espectador: una chispa de algo demasiado brillante, demasiado presente, demasiado vivo para ignorarlo.
Negro como el ancla que lo sostiene todo
El negro aparece en mi obra no solo como contraste, sino como gravedad. Frente al neón, el negro se convierte en un vacío que absorbe el ruido, la emoción y la narrativa. Da estructura al caos. Define las formas e intensifica todo lo que se encuentra a su lado. Cuando una mirada suave o un pétalo frágil se sitúa junto a un negro profundo, se vuelve más vulnerable: el equivalente emocional de susurrar en una habitación oscura. El negro es el peso que permite que el neón flote sin perder su significado.
El rojo como color del pulso y la urgencia
El rojo saturado infunde urgencia a mis composiciones. Se siente físico, inmediato, cercano a la piel. El rojo es el color de la calidez y la advertencia, del deseo y la percepción visceral. Al combinarlo con neón o negro, se intensifica aún más: un destello, una herida, una fuente de calor. Uso el rojo con moderación pero con intención, colocándolo donde quiero que el espectador sienta una contracción o chispa emocional. Es un color que se niega a permanecer en segundo plano.

¿Por qué los colores contrastantes se sienten más honestos?
Las emociones reales rara vez son armoniosas. Los sentimientos se superponen, chocan, se contradicen. Las paletas de colores de alto contraste reflejan esta complejidad emocional: un anhelo luminoso junto a un miedo profundo, suavidad en medio de la presión, ensoñación envuelta en inquietud. Cuando los colores se resisten a mezclarse, imitan los estados mentales y emocionales que no encajan del todo. El choque se convierte en el lenguaje.
Construyendo un mundo donde todo se siente intensificado
El hipercontraste dota a mi obra de una atmósfera casi cinematográfica: un mundo que se siente demasiado intenso para ser real, pero demasiado reconocible para ignorarlo. El espectador se adentra en un paisaje emocional donde el color sustituye a la lógica y la tensión se transforma en belleza. El neón ilumina la superficie psicológica, el negro define la profundidad, el rojo señala los momentos álgidos de las emociones. Estas interacciones crean mundos que se sienten intensificados, vibrantes, llenos de vida.
Cuando los colores chocan con el propósito, crean significado.
Mis colores chocan porque las emociones chocan. La paleta se convierte en un mapa de contradicciones: deseo y distancia, suavidad y amenaza, sueño y claridad, belleza e incomodidad. El hipercontraste no es decoración; es estructura. Conforma la arquitectura emocional de la obra, guiando al espectador a través de la luz y la sombra, el calor y el frío, la ternura y la intensidad.
En estos mundos de color, nada se mezcla discretamente, y esa honestidad es la clave.