Cuando el color transforma las formas botánicas en energía
En mi obra, las plantas no son meras ilustraciones de la naturaleza. Se comportan como organismos cargados de energía: formas iluminadas desde dentro, que vibran con emoción y una presencia surrealista. Los verdes ácidos y los azules intensos son esenciales para esta transformación. Estos colores no pretenden ser realistas. Crean un mundo donde las plantas se sienten vivas de una manera casi sobrenatural, donde los pétalos resplandecen, los tallos palpitan y las formas botánicas poseen una tensión que sumerge al espectador en la escena.
El verde ácido como voltaje emocional
El verde ácido es un color que se resiste a la quietud. Destella, palpita, vibra. Cuando pinto pétalos o tallos con este tono, adquieren una cualidad eléctrica: una sensación de movimiento incluso en la absoluta quietud. El verde ácido sugiere una carga emocional intensa: una energía inquieta, la sensación de que algo zumba bajo la superficie. Hace que los elementos botánicos parezcan alertas y sensibles, como si respondieran a una fuerza invisible o captaran el tono emocional de la figura cercana.

Azul vívido como luz fría y luminosidad surrealista
El azul, en su forma vívida e inusual, aporta una intensidad completamente distinta. Funciona como una luz fría: nítida, penetrante y extrañamente serena. Cuando el azul intenso aparece en pétalos, fondos o sombreados faciales, actúa como contracorriente al calor de los verdes y rojos. El azul refresca la composición, pero también le confiere un aire de otro mundo. Introduce profundidad emocional al crear la sensación de un mundo donde la luz se comporta de forma diferente, donde el color define el estado de ánimo mucho más de lo que el realismo jamás podría.
La tensión entre el verde y el azul
Juntos, el verde ácido y el azul intenso crean una precisa tensión emocional: una atracción visual que se siente a la vez armoniosa y contradictoria. El verde vibra hacia afuera, mientras que el azul atrae hacia adentro. Uno es inquieto, el otro quieto. Esta tensión refleja los estados emocionales presentes en mis retratos: sensibilidad equilibrada con nitidez, suavidad unida a inquietud, una sensación de estar vivo y suspendido a la vez. Los elementos botánicos se convierten en mediadores emocionales, conteniendo estas energías contradictorias en una sola imagen.
El color como catalizador de la vida surrealista
Cuanto más vibrante es la paleta, más animadas se vuelven las plantas. El verde ácido las hace vibrar con emoción; el azul intenso les otorga la profundidad del agua de un sueño o el brillo del cristal iluminado por la luna. Ninguno de los dos colores se comporta de forma natural, y esa es la idea. Las plantas surrealistas prosperan en el desequilibrio. Crecen en colores que no deberían existir, y precisamente por no existir, se sienten aún más vivas. La intensidad se convierte en una forma de personalidad: una transformación de la decoración a la presencia.

Cuando las plantas reflejan el estado emocional de la figura
En muchas de mis obras, los verdes y azules que rodean la figura no están separados de ella. Reflejan el estado de ánimo. Un pétalo azul luminoso puede reflejar introspección o una melancolía silenciosa. Un destello de verde ácido en un tallo podría evocar tensión, alerta o conflicto interno. Los elementos botánicos se comportan como compañeros emocionales, extensiones del paisaje psicológico de la figura. No son motivos florales pasivos; participan activamente en la atmósfera emocional.
¿Por qué Electric Botanicals se siente tan vivo?
El color eléctrico impregna el mundo botánico de una energía vibrante, palpitante y despierta. Elimina la seguridad asociada a las flores suaves y la reemplaza con vitalidad, tensión surrealista e intensidad emocional. Las flores no calman; provocan curiosidad. Crean una sensación de vida intensificada, hiperrealista y onírica.
A través de verdes ácidos y azules vívidos, mis plantas habitan un mundo donde la belleza no es tranquila sino eléctrica; un mundo donde la naturaleza misma palpita con sentimiento, el color se convierte en energía y lo surrealista se transforma en aliento de vida.
 
              
 
              
 
              
 
              
 
              
 
              
 
              
